Hace 30 años, el ejercito guatemalteco violó durante años a un grupo de mujeres.

Cuando intentaron volver a sus comunidades fueron repudiadas y acusadas de colaborar con sus verdugos. Acabaron marchándose a zonas aisladas. Aún hoy las señalan con el dedo.

Pocos esperaban que estas valientes, 30 años después, sentaran a los culpables delante de un juez. Pero está pasando.

Más allá del veredicto, vencer para estas mujeres es mirar a los ojos a sus vecinos e iluminarle el camino a las miles de mujeres que aún hoy se ahogan en un mar de vergüenza y pánico.

Demostrémosles a los que aún hoy las dan la espalda que el mundo entero está con ellas enviando cientos de miles de mensajes de apoyo y entregándoselos en mano. Somos capaces de demostrarles a esas mujeres hasta qué punto son hermosas. Hagámoslo.