Arrancaron banderas, profanaron una hoguera ancestral y golpearon a las asistentes a una ceremonia pacífica en Camp Sovereignty, un lugar sagrado y sitio funerario de las comunidades autóctonas de Naarm, nombre con el que los aborígenes conocen a la ciudad australiana de Melbourne.
Los testigos afirman que la policía sabía que la agresión iba a producirse y no hizo nada para evitarla: llegó tarde al lugar de los hechos, y en lugar de proteger a las víctimas, las roció con gas pimienta. Para colmo, pese a las consignas supremacistas y la violencia organizada de los neonazis, las autoridades no están investigando el episodio como delito de odio.
Esto es racismo puro y duro. Y los líderes de los pueblos originarios exigen justicia. Necesitan nuestro apoyo ya. Condenemos la agresión y pidamos a la nueva directora de la Policía australiana que lo investigue como el delito de odio que es, y evite así más violencia racista.
En la imagen, Robbie Thorpe, líder de la etnia krauatungalung y cofundador de Camp Sovereignty. Fuente: AAP / Julian Smith
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