“Si no podemos ni hablar, ¿qué sentido tiene vivir?”, se pregunta Shabana*, una adolescente que soñaba con estudiar administración de empresas antes de la llegada del régimen talibán.

Shabana tendría que estar acabando la secundaria, saliendo con sus amigas y preparándose para entrar en la universidad. Debería tener por delante un mundo de posibilidades. Y sin embargo, como millones de mujeres y niñas afganas, está atrapada y aislada por mandato talibán. Muchas de ellas tienen miedo de hablar, de cantar y hasta de reír. Su esencia misma está amenazada.

No es solo que esto sea inmoral: es que es ilegal.

Y por eso el año pasado, cuatro países anunciaron que tomarían medidas contra Afganistán y llevarían el caso incluso ante la justicia internacional. Un año después, la situación de mujeres y niñas no ha cambiado y el mundo debe reaccionar urgentemente.

Firma ya y comparte. Haremos llegar nuestro clamor a los mandatarios de Australia, Canadá, Alemania y Países Bajos para decirles que no olvidamos su promesa.