Con el alto al fuego en Gaza recuperamos algo que anhelábamos desde hace tiempo: la esperanza. Pero la tregua no borra los estragos de la guerra. No acaba con la ocupación. Ni tampoco devuelve la libertad que millones de palestinos desean con toda el alma.

Ahora que las bombas han dejado de llover sobre Gaza, tenemos una oportunidad de presionar a los mandatarios del mundo para que busquen una solución duradera. Algunas grandes potencias como el Reino Unido, Francia y Japón podrían seguir el ejemplo de España o América Latina y reconocer el Estado palestino, un hito crucial en la senda hacia la paz y la justicia. Pero vacilan ante la implacable presión de Israel.

Pidámosles alto y claro que se sitúen en el lado correcto de la historia y den un paso al frente por una paz duradera. Hoy, más que nunca, tu firma puede marcar la diferencia.