“Entonces, yo tenía 17 años y él, 50…” Así comienza la desgarradora denuncia contra el expresidente Adolfo Suárez por presuntos abusos sexuales continuados contra una joven estudiante que en 1982 le escribió para pedirle su mentoría.

La denuncia detalla con crudeza agresiones sexuales en el despacho y en la residencia del propio Suárez, y cómo el miedo y el sentimiento de culpa han marcado de por vida a una mujer que ha visto cómo un país entero ensalzaba la figura de su supuesto agresor.

Si a ti también te incomoda tener un aeropuerto llamado como un presunto agresor sexual, súmate a las numerosas voces que le están pidiendo al Gobierno cambiar el nombre a Barajas como primer paso. No se trata de reemplazar el trabajo de los tribunales, sino de actuar con responsabilidad y respeto hacia la víctima y hacia toda la ciudadanía.